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AGRUPACIÓ | NOTÍCIES
25/01/2012  |  AGRUPACIÓ  |  NOTÍCIES
EN DEFENSA DE LA IGUALDAD

Aquest es un article Publicat al Diari de Mallorca, on un il·lustre militant Algaidí i Secretari General del Psib- Psoe com es en Xisco Antich Oliver explica, que és per ell ser d'esquerres. Aqui vos el deixam per el vostre disfrut.

 Decía Miguel Delibes que el buen cazador define de antemano el tipo de pieza a cobrar y se ciñe solo a ella. Lo contrario –consideraba– es un tiroteo sin ton ni son hacia todo lo que se mueve, con evidente riesgo para la integridad de los propios compañeros de partida. Los socialistas preparamos unos congresos que serán la brújula que orientará nuestros objetivos durante los próximos cuatro años, plagados de dificultades. En consecuencia, nos conviene disponer del máximo empeño en afinar el diagnóstico y acertar en la posterior terapia. Sobre todo no debemos confundir grano y paja. No podemos evitar la incertidumbre, pero sí la confusión.
Si me exigieran definir con una sola palabra la diferencia entre izquierda y derecha no lo dudaría: igualdad. Con toda la variedad de aceptaciones, matices y aplicaciones, la lucha contra la desigualdad entre personas es el valor que aquilata tradición socialista y rabiosa vigencia social.
La desigualdad endémica cortocircuita el progreso y la democracia. Por no hablar de la libertad, cuya utilidad es radicalmente distinta si se vive desde la pobreza o desde buena posición económica. Por añadidura, las sociedades duales, las desiguales, están muy poco capacitadas para afrontar las adversidades.
Hoy, cebados copiosamente por la desregulación, los grandes poderes económicos campan con patente de corso sin sometimiento a control democrático. Sólo se alimentan de beneficio inmediato: presente y corto plazo. Desprecian el futuro y las generaciones venideras. Lo suyo es una sociedad individualista y de consumidores, insegura, temerosa, desigual y, sobre todo, dividida. Un campo ideal para asegurarse el beneficio sin contestación alguna. Me recuerda el famoso "¡disuélvanse!" de la policía franquista para eliminar el esfuerzo común, factor indispensable de la revuelta.

Este poder económico se despoja de la política y la somete. Por eso crece la desconfianza de las personas: perciben que su vida está en manos de imperios sin apenas control político que implantan la ley de la selva, donde ya se sabe qué pasa con el grande y el pequeño.
La ciudadanía está atemorizada por la velocidad de los cambios, por el paro, por la falta de control sobre sus vidas y de previsión sobre su futuro inmediato. Esa desconfianza les hace sobrevalorar el orden y la seguridad, que los pueden llegar a situar por encima de todo, incluso de la propia democracia y la política. En definitiva, un escenario ideal para salvapatrias, falsos profetas y xenófobos donde la derecha, hábilmente, saca provecho hasta el abuso mediante privatizaciones y desmontaje de lo público.
Como es natural no hemos llegado a ese punto en dos días. Desde hace años las fuerzas neoliberales van ganando terreno mientras la socialdemocracia, con cierto candor, se desplazaba a tierras que no eran las suyas. Por ello, el primer gran objetivo de los socialistas debe ser el retorno a la genuina posición socialdemócrata: la consolidación de los sistemas públicos garantes de la seguridad colectiva, a través del Estado del Bienestar y de la prosperidad económica compartida. Una estrategia de mirada larga que debe romper la visión cortoplacista neoliberal y que ha de poseer, al tiempo, la dimensión local y global. Los nuevos escenarios exigen interlocutores globales capaces de expandir democracia y cohesión social, de ahí la importancia de una Europa más comprometida con esos valores.
Hoy, la fuente de desigualdad más dramática y próxima es el paro. Para combatirla es indispensable impulsar la economía sólida con la confluencia de esfuerzos públicos en un ejercicio de gobernanza con los agentes económicos y sociales. Los gobiernos, por sí solos, no bastan. Soluciones no compartidas –a escala estatal e internacional– carecen ya de utilidad práctica.
Al mismo tiempo, los socialistas debemos responder como el que más a las demandas sociales de una política más próxima y más transparente, que los ciudadanos puedan sentir como propia y, en consecuencia, cooperar.

En tan difíciles circunstancias los socialistas debemos asumir que no basta con tener los mejores principios y valores; ni siquiera basta tener razón. La izquierda no debe dejar de tocar realidad y asumir que la acción política real y útil es el arte de lo viable. Además de argumentar que otro mundo es posible, no hay que dejar que la derecha maneje el actual. Los socialistas debemos seguir transformándolo, como hemos hecho durante décadas, con iniciativas concretas que mejoran la realidad cotidiana de la ciudadanía y que responden a sus anhelos y necesidades de fondo. Así demostraremos a una gran mayoría que seguimos teniendo una forma diferente y más efectiva que la derecha a la hora de leer y tratar esta realidad.
La socialdemocracia no es solo una reacción ante la desmesura del capitalismo sino un proyecto responsable y de cohesión social, un esfuerzo permanente por la igualdad y la libertad, una garantía contra la discriminación, la humillación y la negación de la dignidad humana. Aplicando a nuestros congresos la sabiduría de Delibes cabe decir que ésta es la pieza a cobrar.


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